La semana previa al término del 2010 compré un boleto de ida a Zacatecas, nunca había adquirido un pasaje sólo de ida, a esas alturas no tenía respuestas, sólo interrogantes con múltiples alternativas.
El 01 de enero partí de Tijuana, sin emoción, sólo una maleta llena de ropa negra, ni siquiera me di cuenta de ello sino al llegar a mi destino. Al estar en la casa de la abue, nadie me preguntó nada, todos respetaron mi silencio, tal vez se me notaba en la cara la tristeza, me veían con lástima, con lo que a mí me molesta eso, es el peor de los sentimientos, parecía un pedazo de mierda.
Un día en una de mis caminatas por el centro de la capital zacatecana entré a la oficina de turismo con la firme intención de recibir orientación para viajar y conocer mi estado natal, me regalaron unos mapas, platiqué un poco con el chico que me atendió, quien seguro pensó que yo era una turista. Apenas hoy a casi 25 días de mi llegada empiezo a creer lo escrito en mi acta de nacimiento.
Hice unas llamadas, mi maleta, y, un sábado a las 7 pasadas de la mañana tomé un camión rumbo a Aguascalientes, al llegar a la central camionera el frío y la soledad se apoderaron de mí, mas algo salió, fui al baño, me vi en el espejo, me puse bonita, ya estaba lista para llegar a Apulco.
Justo al subirme al "omnibus" que me llevaría a mi destino escuché el primer "güerita"(no me gusta ser llamada así), comprendí que no era nada malo ni despectivo, me dejé llevar, el conductor me ponía nerviosa, no me dejaba de ver en todo el camino, lo preocupante era su distracción, no quería un accidente. Pasamos por Teocaltiche, debí preguntar dónde estábamos, mi memoria de la infancia no es la mejor, apenas si tengo recuerdos. Al llegar al crucero de Apulco me dice el chofer: Güera, ya llegamos, aquí es, a ello repliqué:
- Me dijeron que sí entraba.
- No güera, no entra, si me hubiera preguntado a mí yo le digo.
- No hay problema, gracias, buen día.
Me bajé en la carretera al igual que otras dos señoras provenientes de Teocal, gracias a ellas supe que pasaba una combi, tuve suerte, en cuanto crucé el camino iba pasando el transporte, me subí y 3 kilómetros después ya estaba en la glorieta frenta a la iglesia del pueblo.
- ¿Cuánto le debo?
- 4 pesos.
Glorieta e Iglesia de Apulco, Zac. |
Caminé a la tienda de mi tío Armando, con miedo de no conocer a nadie, al entrar vi a un señor haciendo cuentas con un vendedor, no podía ser nadie más que al tío que YO andaba buscando, me preguntó una muchacha: en qué le podemos ayudar, yo dije: vengo con mi tío Armando, entonces él volteó y me presento a la "muchacha", Norma, esposa de mi tío David, hicimos click enseguida y me hospedaron en su casa por el fin de semana.
La primer parte de mi viaje había concluído, el cómo tras 15 años de ausencia había llegado ahí, a San Pedro Apulco, Zacatecas, rancho de mi infancia, un minicosmos de los olvidados y siempre recordados.
Los vestigios de un gigantesco árbol que veía desde mi ventana de los 6 a los 12 años. |
En esta iglesia fui a misa durante varios años, canté en el coro, comulgué y estudié catecismo. |
Escudo de Apulco en las escaleras de la Presidencia Municipal, cuna de caciques al estilo Ley de Herodes. |
Kisco del pueblo, donde tocaba el pandero en la banda de Apulco. |
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