Me tardé 3 décadas para animarme a viajar tan lejos, sola y con poco equipaje, tomé la decisión en un momento en el que sentí que la vida ya no me podía tratar peor, en el que alguien a quien amaba profundamente me traicionó e invitó a más personas a la fiesta. Estaba segura que me iría para no volver, porque aquí ya poco me quedaba, hice de todo, busqué trabajo, dónde quedarme, hasta le metí más duro al cerro y al gym, porque en mi nueva vida no cabía la flojera ni la gente poco disciplinada. Compré el vuelo con dirección a Bali, luego a Beijing y de ahí Guangzhou. Los planes han cambiado, voy con el corazón sano y con los ojos sobre mi objetivo, 32 días que costearé a base de mi esfuerzo físico e intelectual, me enorgullece ser una persona fiel a sus convicciones e ideales, aún cuando esto implique perder amigos.
Busco dejar el dolor y el rencor atrás, liberarme de desconocidos y cercanos que nada aportan a mi vida. Deseo encontrar la fuerza para crear piezas artísticas para mí y convertirme en mi promotora, representante y agente, pensar en lo extraordinario que es ayudarse a sí mismo.
Una vez más la ayuda llegó cuando la necesitaba, cuando me negué a recibirla. En Indonesia me espera +Mariana Rivera y Andre Carlesso, dos amigos que junto con Joana Prata han estado en los momentos más importantes de mi vida, esos en los que la búsqueda personal me ha llevado a rincones inalcanzables para mi yo común. Abajo de la línea del Ecuador nos encontraremos con el sol, con otro huso horario, he de experimentar el viaje a través del tiempo en coordenadas aún desconocidas. Mis zapatillas deportivas, las botas de hiking, la mochila de ataque, las barras energéticas, la cabeza, corazón y piernas, vaya, todo está en su sitio.
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