viernes, 25 de enero de 2013

Mis tacones, un minivestido, adoquín y el caballero que salvó mi trasero

Adoquín

Con la lluvia sueño más de lo normal, por eso la disfruto, también me da por acordarme de momentos mágicos que me hacen sonreír aún cuando la preocupación me tiene bien marcada la arruga entre ceja y ceja. Les cuento:

Una mañana de lluvia, tras haber terminado el noticiero de Azteca Zacatecas, en el cuál tenía un segmento, me dirigí a mi entonces hogar [la casa de mi abuelita Chelo], ubicado en el Centro Histórico de la ciudad, donde las calles son de adoquín y el aire antigüo del lugar se le cuela a uno por debajo de la ropa, en mi caso, justo por abajo del minivestido con el que los transeúntes y conductores me veían pasar, además de los tacones gigantes que suelo usar, la razón era obvia, me gusta verme "coqueta" en televisión.

El problema de verse "coqueta" en televisión, es salir al mundo real con la misma ropa, en especial si llueve, no les ha pasado que están viendo algún programa matutino en vivo y las conductoras andan con ropa muy reveladora, cabello espectacular, zapatos divinos aún cuando el clima no permite darse esos lujos y se preguntan, ¿qué les pasa a estas tipas, que no tienen frío? Pues no, no tienen frío, todos aquellos que han estado en un estudio de televisión no me dejarán mentir, las luces lo ponen a uno a tostarse, siempre tiene uno calor, hay que tener el maquillaje cerca para el retoque y el pañuelo para limpiar al sudor, además si se ponen nerviosos como yo, los jugos corporales son traicioneros.

Al dejar mi "coche" en la pensión, caminé como tantas veces a mi casa, para ello debía recorrer una cuadra en el atuendo que ya les describí, pero no contaba con un detalle que había olvidado por tantos años de ausencia, el adoquín cuando se moja, se torna muy resbaloso, es caminar literalmente sobre piedras, me sentía como cruzando un río. Llego a la pendiente, a la bajadita pues, no encontraba la forma de llegar a la Avenida Insurgentes, daba un minipaso, de ladito, del otro lado, por la banqueta, por la calle, traté de agarrarme de aquí, de allá, la lluvia encima de mi cabello "glamouroso", yo sólo quería hacer como los bebés cuando están aprendiendo a caminar o a bajar escaleras, sentarme y llegar a mi destino de pompis.

De pronto aparece un hombre que yo ví como príncipe de cuento de Disney, de una historia vaquera, jeans oscuros ajustados, camisa a cuadros, bota vaquera, cinto piteado y sombrero, voltea a verme, yo sonrío a medias por el miedo a caer, luego... desaparece al igual que mis esperanzas, 3 segundos después vuelve, había regresado, de pronto me dice: Señorita ¿gusta que le ayude? qué creen que contesté, desde luego dije sí y en menos de 1 minuto había logrado caminar en tacones sobre adoquín.

Mi conclusión de todo esto es que una mujer de la era moderna o de la televisión sólo puede usar en tacones en una ciudad como Zacatecas con más de 450 años de haber sido fundada si los caballeros no se extinguen.

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