Los Cervantes corriendo a la meta |
El duelo me ha durado eso, 24 meses. Todavía siento algo en la garganta cuando pienso en él, me dan ganas de que ya no haya nada extraordinario en mi vida para no extrañarlo, porque justo en los momentos "importantes" es cuando más se siente la ausencia.
Él era el único que hacía todo eso que me causaba mucho coraje pero también quien con un mensaje o una rosa me cambiaba el ánimo. Extraño todo, lo bueno y lo malo, tengo tantas ganas de callarlo, ay papá otra vez inventando historias, qué flojera, qué necesidad, pero no me escucha, su silencio aquel del 16 de diciembre del 2010 se ha hecho infinito.
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