lunes, 12 de octubre de 2015

A salto de mata

Ikki




Mi perro no soportó la soledad, la madrugada del pasado domingo, Ikki, el schnauzzer de la familia, desapareció sin dejar rastro aparente. Al llegar a casa, le llamamos como de costumbre, esta vez no lloró, no ladró, no saltó ni dio vueltas para saludar. Lo buscamos en todas las habitaciones, le silbamos, le hablamos por su nombre, le llamé a mi hermano con la esperanza de que él se lo hubiera llevado. Ikki no estaba en el departamento. Revisé las ventanas, todas cerradas, me asomé a los clósets, debajo de los muebles, entre la ropa recién lavada. Nada. El perro había desaparecido. Pensé que alguien había entrado a robarlo, pero las computadoras, el ipad, el PS3, la tele y todo lo de valor seguía en su sitio, mi teoría pronto fue descartada.

    - Flor, ¿cuántas veces te he dicho que hay que cerrar la ventana del cuarto de servicio?
    - No sé, se me olvidó, ¿qué pasó?
    - El perro se aventó por la ventana, no hay de otra.
    - ¿Cómo se va a aventar desde esta altura?

    Joel​ salió a toda prisa con lámpara en mano, yo me puse unos tenis y lo seguí. Echamos luz a los pisos de abajo, recorrimos el fraccionamiento, pensé que por probabilidad ya no lo volvería a ver. Revisamos hasta donde la vista alcanzaba, cocheras, abajo de los carros, terrenos baldíos. Nada.
Buscamos al guardia. No estaba.
A buscar por más rincones, nos repartimos las calles para cubrir más terreno en el menor tiempo, quedamos de vernos en la caseta. El guardia todavía no estaba.

    - Vamos con el guardia de la privada de atrás, a lo mejor ellos lo tienen, lo conocen y saben que es de nosotros.
    Llegamos.
    - ¿Ha visto al guardia?
    - Sí, se acaba de ir.
    - ¿Vio pasar a un perro schnauzzer? Es uno chaparrito.
    - ¿Uno gris?
    - Sí.
    - Sí, lo tienen en la caseta, se lo encontraron. Ahorita le llamo por radio al guardia para avisarle que es de ustedes, adelántense.
   - Gracias.

    Volvimos en busca de Ikki.

    - Joel, el perro no está en la caseta, ya me hubiera ladrado.
    - Estoy más preocupado por saber si se fracturó, ya nos dijeron que lo tienen.

    El perro no estaba en la caseta, tampoco el guardia, esperamos unos minutos, me asomé a una de las calles, tal vez Ikki estaría con Don Miguel [el guardia] como mencionó antes Joel.

   - Don Miguel ¿vio a un schnauzzer?
   - ¿Es un perro rapado de arriba y menudito, como fuerte?
   Me paresuré con un sí.
   - Sí, me lo trajo una señora, que lo andaba atropellando, se lo llevé al velador de la vuelta. Ahí lo tiene.
   - Pero si acabamos de pasar dos veces y no lo vimos.
   - Ahí está, lo ha de haber metido.

   Nos encaminamos, casi al llegar nos recibió un perro gris, chaparrito.
 
   - ¿Es este?
   Dije no. No volvería a ver a mi perro, pensé en qué le diría a mi madre, a mi hermano, cómo viviría con su ausencia. Me abrumó la idea de recibir siempre malas noticias, ¿por qué no me daba tregua la vida?

   - Ah no, este no es, mire, es el de allá.

   Recogimos a Ikki, lo cargué y le agradecí al chico que lo cuidaba.


   Mi perro ha desaparecido cuatro veces, es un can muy arrojado, quizás creyó que esta era la máxima prueba de amistad y su deber era lanzarse desde un segundo piso sin importar la falta de apoyo para impulsar el salto, o los obstáculos de distancia y altura.

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