lunes, 25 de octubre de 2010

Subiendo de bajada

  La emoción se me pasó el viernes 22 con tanto estrés, por más que me había programado para rockear intensamente el 24 de octubre en L.A. puedo honestamente decir que valí madre de acuerdo a mis parámetros.
  El resultado de mi segundo medio maratón me tiene en la depresión total, puesto que me esforcé demasiado y la mente me traicionó esa mañana, los detalles ahora se los cuento, no sin antes decirles por qué me gusta correr. Yo corro porque al estar escuchando el golpeteo de las suelas de mis zapatos contra el piso de manera sistemática, me causa un bienestar general traducido en alegría, me permite estar tranquila, pensar en mí, sentirme en control de todo en esos momentos, es algo individual no en equipo, es jugarme todo por mí, no por nadie más, al correr mi mente se concentra, viaja, vuela, me brinda un estado meditabundo parecido al leer junto a la ventana en un día lluvioso tomando un té.
  La semana previa a la carrera estuvo llena de matices, la cherry la puso el trabajo, demasiada presión, el fin de semana, lleno de contratiempos, desde soportar a tres personas en una actividad que me gusta hacer SOLA a estar rodeada de multitudes a todos lados que iba. Lo repito, no estoy feliz, llegué a L.A. directo al Centro de Convenciones para recoger mi paquete de la competencia, luego al Hotel, donde tuve que esperar más de una hora para entrar a mi habitación, los detalles prefiero omitirlos, para colmo en el Biltmore se estaban realizando las audiciones para America's got talent, ahora saben la cantidad de personas ahí reunidas, llego a mi piso y policías ahí mismo indagando por un crimen que resultó ser un asesinato la noche previa a mi llegada. El día del evento, el desayuno fue un asco, tal como lo había sido la comida y cena del día anterior, el trayecto a la línea de salida todo un desafío, desde hacer una larga fila PARADA para subir al shuttle, llegar y dejar mis cosas en la camioneta de UPS y recorrer una larga distancia del corral 20 al 1, con las inmensas ganas de entrar al baño, esto último lo pude hacer minutos antes de salir, sin poder calentar como se debe, prepararme mentalmente para el arranque... cuantas cosas idiotas pasaron ese fin de semana.
  Arranqué con los más rápidos de ese día, con el tiempo estimado de llegada a la meta de 01:30:00, el ritmo de las primeras 3 millas fue de 4:30-5:10 minutos por kilómetro, sin embargo el cuerpo estaba mal, recapacité y me enojé, había fallado en mi técnica después de haber repasado mentalmente tantas veces la ruta, estúpida, estúpida, enseguida supe que no lograría mi cometido y me dieron ganas de llorar, no tenía la sonrisa de la última vez, ya ni siquiera el placer iba de mi lado, sólo reproches y mucho enojo, disminuí el ritmo muy a mi pesar y a las constantes pendientes del camino, una tras otra, no podía creer tanta subida. Toda una novata.
  Me adelantó un mar de gente, de pronto vi al pace setter de 1:45, lo triste era mi incapacidad de poder seguirle el ritmo, nuevamente el coraje a flor de piel, cosas de novata pensé otra vez. Del paisaje no recuerdo nada.
   Mis piernas se trajeron un recuerdo, el roce de mi muslo derecho con la costura de mi short produjo un tremendo roce provocando un hermoso color escarlata, mis pies llenos de ampollas, la sonrisa desaparecida completamente. El cierre sólo lo pude hacer los últimos 400 metros, esquivando cuerpos, sabiendo la verdad, la dura y certera desgracia de mi lastimoso tiempo 01:54:41 ¿deprimida y triste? sí y mucho, pero con la claridad de mejorar muy pronto los resultados, pues no salí correr con "cabeza, corazón y piernas", sin esta triada es imposible triunfar.
   Hoy vuelvo a boxear, a descansar una semana de mis recorridos matutinos por el Parque de la Amistad, tengo una deuda por saldar, me fallé y duro, la medalla no me sabe.
   Contra la ley de gravedad, aún cuando toda la ruta fueron subidas, yo todo el tiempo fui de bajada, ahora, a subir.

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