jueves, 30 de mayo de 2013

Conociendo a Sor Juana


Empaqué la maleta el 23 de mayo, había googleado el nevado de Toluca para ver recomendaciones y cumplir mi meta de subirlo y regresar con más kilómetros en las piernas y la foto que quedaría de prueba. Los zapatos deportivos como siempre llegaron intactos, sin quejas, sin raspones, ni abolladuras, simplemente contentos de haber llegado a su destino y listos para ser amarrados y pisar nuevas tierras.

El viaje no era para correr, eso lo tenía bien claro, era para acompañar a Joel a recibir su presea, pues recientemente le habían avisado que había ganado el Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz en la categoría de cuento con su libro Rojo Semidesierto, entendido esto, la prioridad era justo eso, ir por su galardón y el resto era un extra.

Nuestros anfitriones se portaron de lujo, Marco Aurelio, miembro del Consejo Editorial de la Administración Pública del Estado de México fue por nosotros al aeropuerto de la Cd. de México acompañado de Javier, el trayecto hacia Toluca se me hizo largo, pero la vista valía la pena, pues cuando se vive en desierto, rodearse de un bosque repleto de coníferas surte efecto en la vista y la boca del estómago.

Al llegar decidí dormir un poco, ya más tarde paseamos por el Centro de Toluca, no creí que algún día visitaría ese lugar, lleno de edificios antigüos, gente tan diferente a la del norte y un aire frío, de los que se disfrutan.

El sábado Marco Aurelio fue por nosotros al hotel y nos llevó a Metepec, un municipio aledaño a la capital, al llegar caminamos unos pasos y entramos al Bar 2 de abril, lugar donde nació la garañona, una bebida verde a base de hierbas, desde luego la probamos, al igual que la garañona preparada [coctel con garañona, limón, agua mineral y anís]. Continuamos nuestro recorrido por la ciudad/pueblo y llegamos al taller de Adrián González, artesano local iniciador del árbol de la vida, recorrimos su espacio mientras nos contaba la historia de su arte, de su obra, en sí de su vida.
Luego nos dirigimos a casa de nuestro anfitrión, su esposa Betty nos esperaba con un platillo que ellos llaman "taco plaza", incluye chicharrón, carpa ahumada, camarón de río, queso y muchas cosas más que no recuerdo, se come con tortilla y pápalo al gusto.

A la comida le siguió una botella de tequila en el estudio de la casa y lectura de poesía del Maestro Chavezmaya, además de la firma de dos de sus libros que ahora pertenecen a la Biblioteca de los Flores Cervantes.

Como llegamos a las 11:30 al Fiesta Inn, la idea de correr y de ir al Nevado, nuevamente se quedó en planes. La mañana siguiente fue la misma historia. Visitamos el cosmovitral, un jardín botánico que por un momento me hizo recordar Balboa. Más tarde nos encontramos con Rafa, un amigo de Joel, ah pero antes de esto habíamos comido por segunda vez el famoso chorizo de Toluca.

A las 2 de la tarde conocimos a la mayoría de los ganadores del Sor Juana, platicamos en el restaurante del hotel y al término, por fin me fui a correr por las calles, me dirigí rumbo a lo que yo creo era el sur, el camino fue pesado, el adoquín me cansó rápidamente los pies y el dolor en la pantorrilla derecha volvió, decidí subir una rampa que me encontré muy al estilo zacatecano, eso logró mitigar el dolor, la bajada me supo a gloria, a pesar de que la altura no me afectó los pulmones, el terreno sí provocó que mi rendimiento bajara considerablemente, no cumplí la meta de correr 19k, me quedé en 12k y el gusto de ponerle otro puntito a mi mapa.

El Nevado de Toluca tendrá que esperar por mí, en la vida hay momentos mágicos en los que uno cambia las agujetas por tacones. Desde luego, la cherry del pastel fue el lunes durante la ceremonia de premiación, me temblaba todo cuando escuché el dictamen que le dio el triunfo a mi chico, a Joel. Luego una pregunta: ¿algún día lograré algo similar, quizás convertirme en la primer mujer que corra de Tijuana a Los Cabos?

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